Traducciones

Bret Hart - My Real Life in Cartoon World of Wrestling



Epílogo:


Agradecimientos: Quiero agradecer a mis hijos por haberme dado el tiempo y el espacio para escribir este libro, sobre todo después de sacrificar gran parte de nuestro tiempo juntos durante mi carrera la lucha libre profesional. Gracias a David Moraniss y Joe Fiorito por su apoyo durante todo el tiempo. Gracias también a Bruce Westwood y a todo el personal de Westwood Creative Artists; también a Anne Collins en la Random House Canada por su brillante trabajo de edición, y por ayudarme a ponerlo todo junto. Gracias a todos los miembros de la familia Hart, especialmente a Ross y Alison (Sus hermanos menores); y también a Julie (Su ex-mujer), por aguantarme durante tanto tiempo como ella lo hizo. Tengo que dar las gracias especialmente a Marcy Engelstein por su increíble dedicación incansable, y su ayuda al escribir este libro, que nunca habría sido escrito sin ella. Es la verdad. Muchas gracias, amiga mía. Nunca olvidaré el tiempo y energía que me dedicaste en los tiempos de dificultad. Gracias también a Dave Meltzer y Bob Leo-nard por la preservación de la historia. Gracias a todos mis fans alrededor del mundo: Espero no haber decepcionado a muchos de vosotros por ser tan veraz como he estado en estas páginas. Por último, para todos los luchadores se menciona en este libro -el bueno, el malo y el feo- y más aún a todos los luchadores con los que trabajé desde el principio, doy gracias a todos y cada uno de ustedes por trabajar conmigo, y por confiar en mí como un hermano y un amigo. Soy libre al fin.

Prologo:


Me pareció una eternidad hasta que el pastor me llamó al altar. Me levanté lentamente de mi asiento, lejos de la protección de mis seres queridos - Julie, nuestros cuatro hijos (Jade Michelle, Dallas Jeffery, Alexandra Sabiena y Blade Colton), mi amiga Marcy y el campeón de lucha libre Olímpica Daniel Igali. Sentí como todos respiraban profundamente cuando me dirigía al pasillo.


El funeral de mi padre tuvo lugar el 23 de Octubre de 2003 en la iglesia más grande de Calgary, Alberta en Canadá, sin embargo, se desbordó con una multitud ecléctica de miles de personas que vinieron a presentar sus respetos al legendario Stu Hart, afamado promotor de wrestling.


Me movía lentamente, mientras una oración silenciosa resonaba en mi mente; "Por favor, Dios, ayúdame a salir adelante." Tengo mucha experiencia hablando delante de miles de personas, pero mi confianza se había hecho añicos por culpa de un accidente cerebrovascular grave.


No había pasado mucho tiempo desde que había quedado atrapado en una silla de ruedas, paralizado en el lado izquierdo, sin saber si alguna vez volvería a caminar. Desde entonces había estado teniendo colapsos emocionales provocados por las cosas más inverosímiles, lo cual es común entre víctimas de accidentes cerebro vasculares. No tenia ni idea de cómo iba a elogiar a mi padre sin derrumbarme. También fue muy difícil para mi caminar erguido cuando sentía todos esos ojos clavados en mi, midiendo la diferencia entre lo que ahora era mi cuerpo rígido y lo que anteriormente había sido.


Pero cuando pasé por el banco donde estaban mis hermanos y hermanas -Mi cojera se notó más de lo que yo quería-, yo sentía, tal vez por primera vez en nuestras vidas, que todos ellos estaban conmigo, incluso aquellos con quienes había tenido diferencias . Hazlo por papá, Bret. Hazlo por todos nosotros. Haz que nos sintamos orgullosos. Doce niños Hart habían sido, y ahora solo hay diez. Nuestra querida madre, Helen, había muerto dos años antes. Todos habíamos pasado por mucho, habíamos andado un camino muy muy largo.


No era solo por el fin de la vida de nuestro padre, era algo mucho más profundo, y creo que todos nosotros sentimos lo mismo. Muchas veces durante realmente pensé que este negocio olvidado de la mano de Dios estaba muerto para mí, pero este fue realmente el día en que la lucha libre, murió para mí -Para bien.


En el banco de enfrente se sentaba Vince McMahon, el millonario promotor de la WWE (Anteriormente conocida como WWF), el cual se equivocó intentando robar mi dignidad, mi carrera y mi reputación. A su lado se sentaba Carlo DeMarco, mi antiguo amigo que se volvió el leal teniente de McMahon. Ellos estaban haciendo su mejor esfuerzo para parecer afectados, pero yo sabía -y ellos sabían que yo lo sabía-que la presencia de McMahon en el funeral de Stu Hart fue más por la imagen que cualquier otra cosa.


Su presencia sólo me hizo acabar de decidirme a subir las escaleras con la cabeza bien alta. No me importas nunca más, Vince. He sobrevivido a ti, y a todo lo demás también. Yo  pensé que la hora más oscura de la lucha libre fue cuando tuve mi corazón roto en el medio del ring por ese hijo de puta, pero me equivoqué, a continuación, la Parca de la lucha libre se llevó a mi hermano menor Owen, y ese fue el día más negro.


Sigue caminando, me dije a mi mismo... Hazlo por Davey, por Curt, por Pillman, Rick, Liz... Muchos de nosotros están muertos, demasiado jóvenes, y directamente pasaron a engordar la lista de bajas por la lucha libre. Joder, incluso Hawk. Me contaron que Hawk lloró como un bebe cuando se enteró de la muerte debida a la neumonia de Stu, a sus ochenta y tres años... Y Hawk murió esa misma noche. Uno más para la lista. Y seguramente no será el último.


Metí la mano en el bolsillo y cogí mis notas, sacándolas cuidadosamente de su envoltorio, y las coloqué en la  superficie resbaladiza, en el pulido altar de madera de roble. Analicé a la multitud, mi mirada se detenía en los jóvenes aprendices; Chris Benoit, Lance Storm y Edge, los cuales me miraron con respetuosa anticipación. Luego me dirigí a mirar a una compañía de los incondicionales veteranos del ring -The Cuban, Hito, Leo, incluso Bad News- todos mucho más melancólicos y pensativos de lo que nunca los había visto. Lo leí en sus caras, la verdad tácita que enterrar a un hombre como Stu Hart fue realmente el final del negocio para el que habíamos vivido-y muchos habían muerto por él-.


Y luego la visión del viejo Killer Kowalski, trajeado, me devolvió cuatro décadas atrás, antes siquiera de que Owen hubiera nacido.


Soy un superviviente con una historia que contar. Nunca ha habido un relato preciso de la historia de la lucha libre profesional. Todo el público sabe que es lo que se empaqueta y se vende a la industria. Puesto que ya no estoy en el negocio, estoy en una posición decente para decir la verdad, sin temor a represalias. Con este libro, que se basa en el audio diario que mantuve a través de todos mis años en la lucha libre, a partir de mis veinte años, quiero que te pongas en mis zapatos para que puedas experimentar lo que la lucha libre era en mi época, a través de mis ojos . No es mi intención lanzar golpes innecesarios a los que hicieron el viaje conmigo, pero voy a no lanzar golpes. No aquí. (?)


La lucha libre nunca fue mi sueño, sino que en demasiadas ocasiones era para mi una pesadilla.  Sin embargo, estaba arraigado en mí desde mi nacimiento el instinto de defenderla como una religión. Durante el tiempo que puedo recordar, mi mundo ha estado lleno de mentirosos y farsantes, perdedores y estafadores. Pero también he visto el lado bueno de la lucha libre profesional. Para mí no hay algo más hermoso que una hermandad de hombres grandes y duros que sólo pretenden hacerse daño unos a otros para vivir, en lugar de hacerlo realmente. Llegué a apreciar que hay un arte en el wrestling. A diferencia de mi padre, que le encantaba contar con orgullo la gente cuales fueron los luchadores que más duro trabajaban en su época. Al igual que él puedo decir con orgullo cuales fueron los grandes trabajadores (o pretendían serlo) de mi generación. A diferencia de tantos luchadores, con sus diferentes confecciones de nombres y personajes adoptados, yo era auténtico, Bret Hart, nacido en un mundo de lucha libre del cual no podía escapar. No puedo decir que la vida ha sido fácil, pero puedo decir que ha sido interesante.




Siempre he pensado que soy un tipo tranquilo y relajado, y creo que fui muy respetado por la mayoría de mis compañeros. Algunos me han calificado como arrogante, y otros dicen que carecía de carisma. Es cierto, yo no era el mejor orador o el hombre del micrófono en el negocio, pero lo compensaba con mi capacidad técnica en el ring. Yo no creo que nadie pueda poner en duda, que yo era un luchador que puso en primer lugar el arte y le dio todo lo que tenía a la empresa y a los aficionados.


Siempre he sido agradecido de haber sido un campeón del mundo que de verdad ha viajado por todo el mundo. La gente de todos los lugares, desde Nueva York a Nuremberg, desde Calgary a Kyoto, me han dicho que les inspiré de alguna forma y que yo representaba todo lo que era bueno del Pro Wrestling, la forma en que solía ser, cuando aun había honor en ello. Parece que todo el mundo ama a un luchador honesto.


He trabajado duro para sacar lo mejor de mis oponentes. Agradezco a los cientos de luchadores con los que trabajé en miles de combates, durante más de veintitrés años, y estoy orgulloso que nunca llegué a herir a otro luchador hasta el punto que no podía trabajar al día siguiente. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo de algunos de los que han trabajado conmigo. Tomé como un desafío personal el tener un buen combate con cualquiera. Yo respetaba tanto a los jobbers, cuya función era perder para ponerme over, y los viejos, los hombres grandes difíciles de la lucha libre que me permitieron el honor de estar de pie junto a ellos con mi mano levantada. Yo me negué a perder contra compañero una sola vez en mi carrera, y eso fue porque él se negó a hacer lo mismo para mí y para otros.




El registro público se llena de una imagen falsa de mí de los que piensan que me conoce. Por desgracia, incluyen a algunos de los miembros de mi propia familia. Mi juventud no fue tan amorosa y dulce como la fábula que se ha perpetuado sobre la tradición en la lucha libre. Me han herido y traicionado algunos de mis hermanos y hermanas, pero no me siento defraudado. Algunos de ellos a veces se comportan como si envidien lo que he logrado, a pesar de que he pagado mis deudas de formas que ni siquiera podemos imaginar. La verdad es que mi familia sabe muy poco acerca de mí.




No fue fácil crecer en el octavo de doce hijos, de siete hermanos y cuatro hermanas. Cuando era niño me sentía atraído a mi dulce madre e intimidado por mi gruñón padre. Stu tenía un temperamento tan feroz que algunos considerarían sus castigos corporales como abuso infantil. Demasiadas veces iba cojeando lleno de moratones y magullado, con mis ojos rojos debido a su disciplina. En más de una ocasión creí que iba a morir. A menudo, cuando estaba a punto de perder el conocimiento por alguna llave de estrangulación de Stu, el me decía furioso; "Has respirado tu último aliento."


Mi padre era dos personas distintas. A muy temprana edad empecé a llamar a uno de ellos Stu, y yo le tenía terror. Mi padre era el padre que amé. Cuando era pequeño solía pensar que Stu pasaba por alto el mal comportamiento de sus hijos favoritos y hacia caso omiso de la bondad en los niños que no le importaban tanto. Mirando hacia atrás puedo ver que él fue mucho más duro con los que pensaba que tenían el mayor potencial. Él me inculcó un impulso tenaz para tener éxito mediante la implantación en mí de su propio temor al fracaso. Durante la mayor parte de mi juventud, su economía se tambaleaba al borde de la bancarrota, llegando al borde de que yo temía convertirme en el primer hijo de Stu Hart en suspender un grado en la escuela. Mi empatía con su miedo era lo que nos conectaba.

Al igual que mi padre, yo también he desarrollado al menos un par de alter egos. En casa era yo mismo y, en general hice lo que mis hermanos mayores me dijeron que hiciera, era más fácil de esa manera. En los shows de wrestling de mi padre, todos los viernes por la noche, yo era Joe Cool, muy popular entre las chicas y en la cima del mundo -todo parte del espectáculo. En la escuela yo era tímido, pero las peleas eran reales. Todos los niños Hart fueron intimidados por llevar pantalones cortes usados, y yo siempre estaba con ropa de segunda mano para defender el honor de la familia. Los fanáticos de la lucha en las noches de los viernes no tenía idea de que a menudo asistía a la escuela con pantalones cortos en invierno, porque eso es todo lo que tenía, o que me dieron mi primer par de deportivas nuevas cuando yo tenía catorce años.


Más adelante en mi vida yo era un chico en la carretera, otro en casa y otro en el ring. ¿Cuál es mi "yo" real? Todos lo son.